Carajillo y cubata: drogas para esclavxs

Entrevista a Josep M. Fericgla. Antropologo y Psicoterapeuta, publicada en la página 92 del periodico La Vanguardia del día 6 de junio del 2.000. Por Victor-M. Amella

Huele a sándalo en el despacho taller de Fericgla.
¿Taller?
Sí: «Taller de integración de la propia muerte», me explica. Ya han pasado mil personas por aquí, por un cursillo para zambullirte en ti mismo y descubrir todos los nudos negros de tu alma y desatarlos.

¿Con drogas?
«No, porque no quiero problemas con la ley», me explica. Con ciertas prácticas y ejercicios de respiración -dice- te enseña a enfrentarte a ti mismo y a desterrar el miedo a la muerte y a la locura, a abrir el abanico de tu vida. Me entran ganas de probar, pero me da miedo a tener miedo. Buf. Fericgla era un chico que quería conocerse a sí mismo y no ha parado, aun a costa de dinamitarse con drogas tremendas. El caso es que le veo bien, y será por esa adicción que tiene a la vida, a su vida.

Tengo 45 años. Nací en Barcelona. Soy antropólogo, escritor y psicoterapeuta. Estoy soltero. Vivo solo, y mi pareja también, y buscamos espacios comunes con otros: la vida en pareja convencional es un fracaso. Soy acuario. Conduzco un Jeep Cherokee. Soy «politicofóbico». Hace 9 años que vivo temporadas con los jíbaros.

¿Todos tomamos drogas?
-Sí. El 89% de los pueblos de la Tierra toma sustancias psicoactivas potentísimas.

-¿Y el 11% restante?
-Ahí estamos nosotros, los occidentales. Somos la excepción. Y agresiva, pues la imponemos a los demás pueblos.

-Pero tomamos alcohol, café… Drogas.
-Sí, pero drogas de esclavos.

-¿Esclavos?
-Claro: son drogas para trabajar mucho y pensar poco. La cafeína estimula los músculos, pero no el cerebro, y el alcohol embota la mente. Carajillo y cubata: perfecto combinado para esclavos.

-Esclavos, pero dominamos el mundo.
-Claro, porque el alcohol genera agresividad y egocentrismo.

-¿»Dime qué droga tomas y te diré quién eres»?
-Exacto. Cada sociedad ha crecido en función de una droga que la impregna. Occidente, por el alcohol (desde hace dos mil años). El islam, por el cannabis.

-¿Cómo les influye el cannabis?
-Se sientan a la puerta de casa a esperar ver pasar por delante el cadáver de su enemigo.

-¿Y qué me dice de los budistas?
-El budismo oriental está impregnado de opio, la droga del extatismo, de la estupefacción ante el universo.

-¿Y los indios norteamericanos, qué?
-Tabaco virgen, con mucha nicotina, neuroestimulante: guerreros y visionarios. Al chocar con el blanco agresivo, guerra segura. ¡Sólo exterminándolos los dominaron!

-¿Y los indios sudamericanos?
-Conozco muy bien a los amazónicos. Hace nueve años que convivo largas temporadas con los «shuar», conocidos aquí como jíbaros. Es la cultura de la ayahuasca.

-¿Y qué pasa con la ayahuasca?
-Al tomarla, ven la selva llena de espíritus, de vida.

-Visiones.
-Es en lo que creen, porque los jíbaros sólo creen en aquello que ven. En nada más. Por eso dicen a los misioneros cristianos: «¿Cómo queréis hacernos creer en cosas que ni vosotros mismos veis?» ¡Y se burlan de ellos!

-Pero concrete: ¿qué ven?
-Por ejemplo, toman ayahuasca para «visitar» a parientes lejanos.

-¿Cómo?
-Yo lo he probado. Tomaba ayahuasca y guiaba mi mente hacia amigos en Barcelona. Los veía, y luego les escribía describiéndoles en qué situaciones los había visto, ¡y el porcentaje de acierto era superior al mero azar estadístico!

-Eso desafía las leyes de la física.
-¿Qué leyes? Los físicos hoy dicen que las partículas más pequeñas se comportan al margen de esas leyes, así que…

-Total, ¿que las creencias, o sea, las religiones, derivan de las drogas?
-Es así. Ciertas drogas han sido y son sustancias sagradas para muchas culturas.

-¿Qué tipo de drogas?
-Las que llamamos «enteógenos», que significa «generadoras de Dios dentro de uno». Como la ayahuasca, el hongo peyote, los hongos psilocíbicos, la seta «Amanita muscaria», la datura, el LSD… ¡Hay muchas!

-¿Y estas no son drogas de esclavos?
-Al contrario. ¡Son drogas liberadoras de la mente! Tomarlas supone hacer una excursión por la psique. La conciencia se modifica, se abre el inconsciente.

-Y el cristianismo, ¿debe algo a los enteógenos?
-Sí: el rito de la comunión. Los pueblos que ingieren enteógenos lo hacen en rituales muy serios. Si les dices que en Occidente hay quien los toma como diversión de fin de semana, ¡no lo entienden!

-Pero explíqueme lo de la comunión.
-Es herencia de ritos griegos, de los Misterios de Eleusis. Allí se ingería cornezuelo (un enteógeno tipo LSD), y eso pasó al cristianismo…, pero como placebo: es la hostia.

-¿Sólo ingerían enteógenos algunos iniciados o todos los individuos?
-En principio, todos, siempre con ese propósito trascendente. Pero fijémonos en un enteógeno: la seta «Amanita muscaria».

-Sí, ya sé, esa seta venenosa.
-¡No es venenosa! Ahí voy: genera visiones, y todos la tomaban. Pero hace 2.500 años se creó una casta que, para tener el monopolio del contacto con la divinidad, la convirtió en tabú. Venenosa. ¡Y hasta hoy!

-¿La «Amanita muscaria» no mata?
-No. Si tomas mucha cantidad, sí, claro, como todo. Es la seta que ha generado todas nuestras tradiciones mágicas: los duendes, los gnomos… Al tomarla, ves seres alrededor, fuegos fatuos, voces que provienen de ellos…

-¿La droga en la raíz de la cultura?
-Y del arte. Las visiones incluyen iconografías -espirales, curvas, líneas, cruces…- que encontramos luego en los estampados de los tejidos, en los grabados de las vasijas…

-¿Y en nuestra cultura?
-Nuestra cultura contemporánea ha pasado por el LSD: la iconografía del pop es efecto de esa droga. Y las discotecas intentan reproducir mecánicamente sus efectos.

-¿Y qué diría a un heroinómano?
-Que toda adicción es un comportamiento compulsivo, sea a la droga, al sexo o a Internet. Es un mecanismo para llenar un vacío existencial. Hay que abordar ese vacío.

-Pero las drogas son peligrosas…
-Son poderosas. Por eso hay que enseñar a usarlas, como hoy hacemos con el alcohol o los fármacos, o nuestros abuelos con la adormidera. ¡Seamos adultos! Debería haber escuelas para aprender a tomar drogas.

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