La mujer en la sociedad capitalista.

Si me preguntaran si existe la esclavitud de lo femenino ante lo masculino diría que sí, y que esta se encuentra esencialmente en la pasividad de la mujer, ante la domesticación que, a través de la historia y de la cultura (una cultura estrictamente patriarcal), se le ha impuesto por medio de la más feroz represión y despotismo. La liberación de la mujer de ese rol histórico impuesto, su rebelión y emancipación, tanto en lo social como en lo económico y lo laboral, constituyen hoy en día las reivindicaciones del movimiento feminista y de la mujer, y son por lo tanto, aspiraciones a las que ningún movimiento político honrado o grupo social, deben renunciar, si se aspira a una sociedad mejor dado que son las aspiraciones de la mitad de la población de cualquier pueblo del mundo, las de la mujer, nuestra igual.

Obviamente nadie mejor que la propia mujer conoce sus problemas y por tanto las soluciones a ellos, por ello es a ellas a quien en principio más debería interesar la lucha feminista: sin embargo, yo no lo entiendo así y este es el motivo de mi carta: el hombre, nosotros, debe de asumir la lucha de la mujer, dado que esta lucha es la lucha de nuestras compañeras, la lucha de nuestras madres, la lucha de nuestras hermanas y de nuestras amigas o hijas, y no hacerlo, nos convertiría en cómplices de miles de abusos, violaciones y cientos de asesinatos que en la actualidad y dentro del marco de un Estado autoritario y patriarcal, se llevan a cabo con la mujer en la más infame impunidad, a manos de otros hombres (por definir a estas basuras de algún modo). En la actualidad todos y todas nosotras, conocemos sobradamente cual es la realidad de la mujer, nos encontramos con su explotación laboral, con su dependencia económica por la discriminación en el trabajo, con su marginación esclavista en el “hogar” (cárcel a la que ha sido asignada por el hombre, por causa de su sexo), con el abuso sexual o el acoso, con la violación, con las palizas, las agresiones físicas y psicológicas (dinamantes de inculcar en ellas el terror al patriarcado-patriarca-macho y buscar su sumisión), con el asesinato vil y cobarde y finalmente con lo más doloroso también: con su adiestración en colegios y hogares desde niñas a fin de seguir sirviendo al patriarcado, inculcando en ellas desde bebes la sumisión. Reducida a su particular celda de castigo, el hogar, a la mujer se le priva de la comunicación, apoyo y solidaridad, del resto de la sociedad, así como de participar en igualdad en los proyectos y la vida social. Mas allá del núcleo social, el cual se haya basado en la dictadura del patriarca y no en el amor, la mujer, se encuentra con el mundo laboral, donde se la margina por razón de su sexo, a través de la explotación descarada (en un marco social capitalista donde la mujer es objeto de discriminación, el empresario aprovecha esta circunstancia para incorporar a la mujer como mano de obra barata), de manera que la mujer por si misma no puede llegar a alcanzar una independencia económica, o llegar a puestos de responsabilidad, que permitan una incorporación plena de la mujer en el sector. No es una casualidad este hecho si no observemos los datos: las mujeres proporcionan al mundo las dos terceras partes del total de horas trabajadas, producen, entre otras, el 44% de los productos alimenticios mundiales, mientras que solo reciben (sorpresa) el 10% de los ingresos totales y son poseedoras del 1% de las propiedades, datos estos que nos explican contundentemente cuales son las causas que producen que la mujer pueda seguir siendo explotada, oprimida y objeto de incontables abusos dentro de las sociedades y de los estados autoritarios que rigen el mundo desde postulados patriarcales-fascistas (pues no nos cortemos al asegurar que patriarcado es igual a fascismo). Así nos encontramos con que una mujer que es torturada y masacrada (hablemos claro) no puede abandonar esa situación al carecer de medios económicos y al ser su trabajo subvalorado, lo cual la lleva a soportar todo tipo de abusos y vejaciones… (no nos olvidemos de la presión social, de los hijos e hijas, y esos condicionantes que envuelven la problemática de la mujer).

Nos encontramos con que el hombre es opresor sistemático de la mujer y con que, aquel que no oprime, consiente con su silencio; a través de la historia los grandes pensadores (en este aspecto bien pequeñitos) han ido inculcándonos una supuesta “inferioridad” de la mujer, frente al hombre, y por lo tanto su explotación como algo natural que imponía la naturaleza e incluso pensadores socialistas y otros de carácter progresista, se olvidaron de tratar a fondo el problema de la mujer dentro de la sociedad, pese a ser uno de los crímenes más execrables y repugnantes que arrastramos en la historia de los pueblos, los asesinatos, la explotación y la servidumbre y violación de mujeres para capricho de hombres, por causa de su sexo, y de lo cual aún no hemos sabido desprendernos, para nuestra vergüenza. Por esto los hombres no podemos ya más seguir perpetuando estas circunstancias que hemos heredado del pasado y debemos incorporarnos solidarios a la defensa de la mujer, manifestándonos abiertamente en contra de toda explotación de las mismas, como de la nuestra propia, reivindicando una verdadera igualdad no solo de palabras y si de hechos, en que desprendernos de nuestras miserias y defendamos los derechos de todas las personas por igual. Si las revoluciones modernas, si la era de la ilustración si las revoluciones socialistas no lograron superar este tipo de opresión e incorporar a la mujer plenamente a la sociedad, ha sido sin duda por falta de una mayor atención hacia sus problemas y una mala educación social del problema, el cual, no abordaron como merecía, ni los Rousseau (padre del estado actual), ni los Marx, ni los Lenin, ni los Bakunin, que tanto escribieron y lucharon por una sociedad mejor y mas justa. Y ha sido y es, en esta falta de sensibilidad y educación, donde se han seguido perpetuando los roles sociales en que el hombre a parece como sujeto activo y la mujer como objeto pasivo, reproduciéndose así el patriarcado y la injusticia.

Esto nos enseña que nunca, absolutamente nunca, alcanzaremos metas justas si no es pasando por la plena participación de todas las personas por igual en los proyectos de cambio y de construcción, si no es asumiendo, AQUÍ Y AHORA, y de una vez por todas, este problema terrible y espantoso que padece la mujer. De no ser así todo proyecto de conquista social fracasará de antemano….

Ahora bien, para ir finalizando, debo advertir de algunos aspectos que son esenciales para ir rebelándonos contra estas pautas y roles que el Estado nos pretende imponer:

…..hablo de rebelión, de la rebelión de las personas frente a esos partidos políticos y sindicatos que reproducen el sexismo y lo patriarcal, a los cuales no se debe votar, hablo de asumir la lucha contra todas esas instituciones que, con sus doctrinas miserables, refuerzan y mantienen el carácter estructural de la marginación de la mujer dentro de la sociedad, como consecuencia a su vez de las desigualdades sociales provocadas por proyectos socioeconómicos determinados, de los que solo se benefician banqueros, políticos u empresarios y cuyas ambiciones nos perjudican y esclavizan a todas y todos, hablo de comenzar un cambio social dentro de nosotros y nosotras aquí y ahora, en que podamos comenzar una cultura de la resistencia frente a los que nos usurpan el derecho legítimo de decidir que sociedad queremos y que futuro anhelamos edificar, hablo de la rebelión activa, armada si es precisa (dentro del derecho de la autodefensa), de la mujer ante las torturas, violaciones y asesinatos de las que es objeto y de la solidaridad efectiva del resto de la sociedad para con ellas, en todas sus formas, exploten, maten o violen a mujeres, por satisfacer sus instintos fascistas.

Estoy plenamente convencido de que, en un futuro, la mujer nos sorprenderá por su protagonismo y con sus nuevos conceptos de organización social, una vez superado el estado patriarcal-fascista y las formas de gobierno autoritarias , que nos llevarán a nuevas conquistas sociales; su humanidad, su elevada inteligencia, su gran sentido de la solidaridad y de la responsabilidad, junto a su espíritu de lucha social, se convertirán (de hecho ya lo son) en imprescindibles para todos los proyectos y aspiraciones que la humanidad quiera llevar a cabo, y que solo se podrán alcanzar, con su participación plena y bajo una nueva organización social, no patriarcal ni autoritaria. No quería finalizar sin recordar otra grave injusticia que heredamos del Estado actual, la agresión y maltrato a menores y su abuso sexual como comercio dentro de una estructura capitalista donde todo es un negocio y vendible, y de lo cual me ocupare en otro escrito: solo resaltar que existe un enemigo común, el Estado y el Capital, a los que hemos de hacer frente hombres, mujeres, niñas, y niños por igual, en la cultura de la nueva resistencia que debe comenzar a activarse ya, hacia la conquista de un futuro nuevo, anidado en la conciencia social de la humanidad, y pisoteado por los gobiernos fascistas y criminales del mundo. Que la resistencia al Estado y al Capital sea el camino…..

A 20 de Febrero de 1998 – Xosé Tarrio – Preso libertario

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