Sobre el F.I.E.S.

Todas las circunstancias conspiran para conseguir que el prisionero pierda sus asideros. Todas las metas de la vida familiar han sido arrancadas de cuajo, lo único que resta es “la última de las libertades humanas”, la capacidad de “elegir la actitud personal ante un conjunto de Circunstancias”.

La humillación, la sorda cólera, las palizas dentro de un régimen FIES y todo tipo de prácticas depuradas y encaminadas a la destrucción física y moral de los presos se hacen tolerables a través de las imágenes entrañables de las personas amadas, del sentido del humor, o incluso de vislumbrar la belleza estimulante de una puesta de sol, la luna, etc, etc,… Es por eso que el régimen FIES está diseñado para evitar al preso cualquier estímulo exterior hasta acabar con su sentido del humor y evitando a toda costa cualquier vista panorámica que no sea los muros y los barrotes de su encierro y esto contribuye a aumentar en el preso lo insensato de su sufrimiento de ahí que muchos compañeros opten por dejar de existir.

Cuando hablamos del FIES, no se trata por lo tanto de un relato de hechos y sucesos, sino de experiencias personales, experiencias que en la actualidad, están sufriendo, padeciendo muchos presos en ese sistema cruel cada vez más conocido: el FIES. El último compañero fallecido, Francisco Ortiz Jiménez, pasó 17 años en las mazmorras de ese cruel, inhumano e ilegal sistema creado para asesinar a los presos más contestatarios con el sistema.

Pero la muerte de este compañero, como la de tantos, no debe de caer en el olvido y debemos continuar adelante y honrar su sacrificio con acciones directas al sistema que lo mató. Particularmente Ortiz Jiménez, es un ejemplo de lucha, determinación y de una rebeldía constante. Estoy convencido que tu muerte no será en vano allí donde estés escucha este grito de rebeldía. ¡Viva la anarkía!. ¡Abajo los muros de las prisiones!.

Resulta difícil para un extraño comprender cuan poco valor se concede, en el sistema FIES, a la vida humana de hecho en cualquier prisión la vida vale bien poco, unos 4.000.000 de indemnización a los familiares, en algunos casos, así pues, en sistemas como el FIES, no vale absolutamente nada.

Aunque el prisionero está endurecido, adquiere más conciencia de este absoluto desprecio por la vida humana cuando sólo ve cuerpos demacrados a causa del SIDA, palizas y otras torturas.      En los módulos FIES, el preso está abocado a aceptar su destino y todo el sufrimiento que este conlleva. Cargan con ese peso, incluso bajo las circunstancias más difíciles, para añadir a su vida un sentido más profundo, un sentimiento de rebeldía, de lucha constante hasta culminar el objetivo, que no puede ser otro que la abolición de este régimen cruel y perverso, como las mentes que lo engendraron. Vivir en semejantes condiciones, vivir en sistema FIES se reduce a conservar el valor, la dignidad, la generosidad entre los compañeros, o bien en la lucha por la supervivencia. Puede olvidar su dignidad humana y ser poco menos que un animal, una fiera salvaje a la que se le arrebata el alma muy lentamente para después arrancarle la vida cuando ya está indefenso. Que nadie piense que estas consideraciones están alejadas de la vida real. El preso que consigue salir vivo del régimen ilegal FIES lo hace físicamente en el mejor de los casos, pues en verdad que muertos en alma salen todos aquellos que han pasado, sobrepasado los 10 años de encierro absoluto. Una vez que se ha revelado el sufrimiento que padecen nuestros compañeros, me niego, nos negamos a minimizar o aliviar las torturas y en consecuencia el genocidio que se está produciendo en las cárceles a base de ignorarlas o de alimentar un optimismo artificial. Los presos, en especial los clasificados en Fichero de Internos en especial Seguimiento, tienen ante sí una gran cantidad de sufrimiento que deben de soportar, así que sería preciso hacerle frente procurando que los momentos de debilidad, de impotencia y lágrimas se reduzcan al mínimo posible.

Ningún hombre, debería de avergonzarse de sus lágrimas, pues ellas testifican que el hombre y la mujer son verdaderamente valientes, pues tienen el valor de sufrir, aunque pocos lo entiendan así.

Que sequen nuestras lágrimas multitud de acciones directas, que nuestro valor atrofiado por no poder utilizarlo como quisiéramos se vea estimulado con acción directa, que nuestros muertos caigan con todo su peso en sus podridas conciencias, que se nutren de las atrocidades que cometen día a día.

En los regímenes FIES, existen guardias sádicos, sádicos en el sentido clínico más estricto, a estos se los elige especialmente para formar un cuerpo de guardia estrictamente severo y entre sus muchas funciones está la de apalizar, maniatar, torturar física y psicológicamente a los rebeldes. Los sentimientos de la mayoría de estos carceleros se hayan embotados por los años en que a ritmo siempre creciente, habían sido testigos directos de los brutales métodos que utiliza la institución. Testigos activos que están endurecidos moral y mentalmente, consecuencia directa de las acciones de carácter sádico en las que toman parte activa. La vileza del prisionero que maltrata y abusa en todas sus formas de sus propios compañeros, merece el mismo desprecio que el sádico carcelero que aprovechándose de su superioridad apalea a los presos y me refiero a los cabos de vara que aún hoy existen, pero de forma camuflada.

El aspecto más doloroso de los golpes, es el insulto y la humillación que incluyen”.

Ante una situación anormal, la reacción anormal constituye una conducta normal”.

La observación psicológica de los prisioneros en campos de concentración, ha demostrado que únicamente los hombres y las mujeres que ”permitían” que se debilitara su interno sostén moral, caían víctimas de las influencias degenerantes del campo.

A todo ello, si se utiliza este tipo de tácticas adaptadas a nuestro tiempo y a sus cárceles, nos encontramos ante una réplica depurada de los campos de exterminio nazis, donde murieron 6 millones de judíos y otras razas desde 1940 a 1945. ¿Cuántos presos han muerto en el mismo período de tiempo en las cárceles de Europa; pues los judíos asesinados por los nazis, provenían de todo el mundo. Creo que para ser nazi no es necesario llevar una cruz gamada, con una placa, un traje, una porra o pistola y las ganas enormes de utilizarlas, es más que suficiente para equipararnos a los nazis.

Este escrito de protesta está dedicado a Francisco Ortiz Jiménez y a todos los presos caídos bajo la tortura del FIES.

Agradecería que hicierais con el escrito, lo que os dé la gana; darle difusión o no, lo que consideréis mejor.

José Antonio L. C. (Agosto 2003)

 

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