Como un breve suspiro…

Una mujer recorre andando un largo camino para ver a su marido que está preso. Cuando llega y se encuentra frente a él, le agarra la mano y la coloca en su vientre. Ella lleva la semilla que le dejó antes de su encierro y quiere que palpe su vientre preñado e hinchado para que sienta la vida de la criatura que está a punto de nacer.
La mujer sabe que lo van a ajusticiar, pero calla y no le dice nada para no anticipar el crimen de la ilusión de su esperanza. Él le comenta que le han dicho que muy pronto le soltarán y lo dejarán en libertad, pero desconoce que esa libertad que le espera es la única que otorga la muerte… Insiste emocionado y le dice que pronto podrá abrazarla a ella y a esa criatura que se acerca a una vida que a él se le ha empezado a negar.
Ella contiene y muerde la rabia de su tristeza, ahogándola en la desesperación de una cruel y vengativa realidad que queda silenciada entre una congoja que se le engancha en su pecho.
Pocos días después, su hijo sale al encuentro de la vida entre terrones de una tierra cuarteada y seca, y bajo un sol de justicia. A la mañana siguiente, agotada pero radiante de emoción, se dirige de nuevo hasta el penal con la tierna ilusión que le acaba de nacer de entre las entrañas y que se le aferra con desesperación a sus pechos secos. Al llegar al penal, lo único que encuentra es el frío del silencio del funcionario entre la humedad de un pasillo y el par de zapatos sucios y gastados de su marido.
En su interior, estalla un dolor profundo que pareciera que el mundo quisiera hundirse y como lluvia que regala el cielo, a su recuerdo acude el amargo sentimiento de las palabras que le trae una canción:
¿quién dijo que todo está perdido?
yo vengo a ofrecer mi corazón
…/…
no será tan fácil, ya sé qué pasa,
no será tan simple como pensaba,
Como abrir el pecho y sacar del alma
una cuchillada del amor.
Luna de los pobres siempre abierta
yo vengo a ofrecer mi corazón
…/…

http://www.youtube.com/watch?v=e4HCtShGQgw

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